Fobias de impulso

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Las fobias de impulso (o impulsión) son un fenómeno mental relativamente frecuente pero que puede causar mucho malestar a quien las sufre, además de sentimientos de desconcierto, culpa y vergüenza. Planteo esta breve descripción psicopatológica de las mismas para intentar hacer un esfuerzo en visibilizarlas.

¿Qué son las fobias de impulso?

Quizá sea más fácil empezar por decir que es lo que no son las fobias de impulso. A pesar de su nombre, ni son verdaderas fobias, ni tampoco tienen su origen en una patología de la impulsividad. De hecho, las fobias de impulso son síntomas obsesivos, aunque esto tampoco significa que, necesariamente, quien las experimenta sufra un trastorno obsesivo-compulsivo.

Las fobias de impulso son ideas o imágenes que, al igual que los síntomas obsesivos, aparecen de manera intrusiva y recurrente. Así pues, a menudo ocurre que cuanto más queremos resistirnos a que nos vengan, con más fuerza y persistencia aparecen (como esa melodía que no hay forma de quitarse de la cabeza). La diferencia fundamental entre las obsesiones típicas y las fobias de impulso es su contenido. A diferencia de los temas más habitualmente presentes en las obsesiones (contaminación, comprobación, etc.), las fobias de impulso tienen siempre un cierto componente de agresividad, ya sea dirigida contra uno mismo o contra los demás.

Sin embargo, es importante señalar que las fobias de impulso son siempre egodistónicas. Esto significa que, al que las sufre, le horroriza, le aterra o le repugna el contenido de las mismas. Esto es un aspecto clave en la naturaleza de las fobias de impulso y algo fundamental para entender la angustia que generan. Quien las experimenta, viéndose bombardeado por estas imágenes o ideas terribles, se ve sujeto al temor (fobia) de perder el control (impulso) y terminar llevando a cabo estos actos que conscientemente rechaza. Con unos ejemplos se entiende mucho mejor.

Algunos ejemplos

Mujer de 32 años de edad, siempre ha sido "nerviosa". Trabaja en un almacén de material de oficina, en principio está contenta aunque tiene mucho trabajo. De forma brusca le ha empezado a ocurrir que, cuando tiene delante un objeto afilado, le vienen imágenes de sí misma clavándoselo en la mano, o bien de clavárselo a alguna persona que tenga cerca. Le cuesta mucho ir a trabajar y ha escondido todos los cuchillos que tiene en casa.

Mujer de 37 años, ha sido madre por primera vez hace tres meses. Se trata de un embarazo muy deseado por ella y su pareja, hasta entonces habían tenido problemas de fertilidad. Sin embargo, desde poco después del parto se nota muy cansada, le cuesta dormir, llora con facilidad. En consulta, se ve una madre amorosa, con buen vínculo con el bebé. Cuenta que desde hace dos semanas han empezado a venirle pensamientos intrusivos de apretar con mucha fuerza al bebé, hasta asfixiarlo. Le cuesta mucho contarlo, lo hace con enorme culpa. 

Varón de 23 años, está en su último curso de universidad. Cuenta que lleva varios meses con ansiedad, por los exámenes, por su futuro, así como por ciertos problemas familiares. En el último mes, cuando está en el andén de metro esperando, le surgen imágenes de sí mismo arrojándose al paso del tren. Lo cuenta con mucho miedo, asegura que en ningún caso desea atentar contra su vida.

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Pronóstico

Aunque, como hemos mencionado, las fobias de impulso son un síntoma eminentemente obsesivo, no tienen por qué aparecer en el seno de un trastorno obsesivo. En algunas personas parece que surgen "de la nada", cuando están atravesando una época de mayor estrés o ansiedad. Otras veces, las fobias de impulso pueden ser una manifestación de un trastorno depresivo, incluso grave. Por todo ello, es importante que, además de tratar las fobias de impulso de manera rápida y exhaustiva, para intentar atajar cuanto antes el sufrimiento que generan, se estudie bien cada caso y se investigue qué puede estar subyaciendo a estos síntomas.

¿Es posible que el que sufre las fobias de impulso termine sucumbiendo a las mismas y llevándolas a cabo? Creo que aquí hay que ser contundente, la respuesta es un rotundo no. En mis años de práctica clínica, no lo he visto, especialmente en el caso de fobias de impulso dirigidas hacia los demás. Es más, me atrevo a afirmar que, cuando se da el paso al acto de una fobia de impulso autoagresivo en forma de una autolesión, el diagnóstico previo de fobia de impulso había sido equivocado. En mi opinión este es un mensaje que tenemos que enviar de forma clara desde la primera consulta, sin medias tintas, a quien las sufre, pues aliviar el temor y la culpabilidad que las acompaña es el primer paso hacia su desaparición. 

Además de al abordaje psicoterapéutico, las fobias de impulso suelen responder muy bien a los fármacos serotoninérgicos, incluso hasta su desaparición completa en el lapso de unas pocas semanas. Se da así la paradoja de que por culpa, miedo o vergüenza, muchas personas sufren en silencio un síntoma cuyo tratamiento terapéutico y farmacológico suele ser rápido y eficaz.