Alucinaciones hipnagógicas

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Hace varios años vi en urgencias a una paciente mayor, no recuerdo bien su edad, pero tendría más de 80 años. Venía derivada por su médico de cabecera, en cuya consulta había estado esa misma tarde. Ni la paciente, ni su hija -que la acompañaba-, se habían planteado hasta ese momento que consultara en salud mental. La paciente había enviudado un año antes, después de que su marido estuviera enfermo un tiempo. Aunque la familia la había visto, como es lógico, más triste, asumía la muerte de su marido como algo que "ya tocaba". Si bien vivía sola, mantenía un contacto muy estrecho con sus hijos y nietos, y había sido capaz de reorganizar rápidamente su ritmo de vida. Vivía en un pueblo pequeño a las afueras de Madrid, lo que había facilitado que se mantuviera activa y autónoma en el día a día.

La razón por la que su médico había decidido derivarla es que la paciente había contado en consulta (de pasada, pues el motivo de la visita había sido otro) que desde unos meses atrás, al poco de meterse en la cama, notaba a otra persona en su habitación, una sombra o silueta, a la que no veía la cara, ni escuchaba la voz. Relataba que algunas noches esta presencia se limitaba a observarla desde el rellano de la habitación, mientras que en otras ocasiones sentía como se introducía bajo las sábanas y se quedaba ahí, junto a ella. No lo contaba con miedo o angustia. Con naturalidad y cierto humor especulaba con que estas "visiones" (pues así las denominada ella misma) pudieran estar relacionadas con su difunto marido. De alguna forma, esta interpretación de lo que experimentaba en el momento de dormirse le resultaba reconfortante.

Hipnagogia


Los fenómenos hipnagógicos son aquellos que ocurren en el momento de conciliar el sueño, en la transición entre la vigilia y las primeras
 fases del sueño. Aunque lo más característico son las alteraciones de la sensopercepción, se pueden observar otro tipo de fenómenos en este estado, como por ejemplo lo que se ha denominado "pensamiento hipnagógico", marcado por ideas extrañas, cargadas de simbolismo, y con cierta laxitud de las asociaciones, así como por la alta sugestibilidad. Curiosamente, y a pesar de que el término hipnagogia se remonta al año 1846, los estados hipnagógicos han sido escasamente abordados por la literatura psicopatológica mientras que, sin embargo, sí que fueron explorados y puestos en valor por numerosos intelectuales y artistas del siglo XX. Así pues, personalidades de la talla de Edison, Tesla o Salvador Dalí, se han asociado clásicamente con la búsqueda de la inspiración forzando el despertar al poco de conciliar el sueño.

Por otra parte, las alucinaciones hipnag
ógicas también han suscitado, a lo largo de los siglos, y en las más diversas culturas, interpretaciones de tipo paranormal, a menudo centradas en la presencia de espíritus o demonios. No es algo de extrañar, especialmente cuando estas alucinaciones se acompañaban de un fenómeno de parálisis del sueño, que suele aparecer en estados transitorios con el sueño REM, y que se caracteriza por la imposibilidad de movilizar a voluntad el cuerpo inmediatamente después del despertar, con la conciencia vigil. Estos estados, aunque de duración muy breve, se acompañan a menudo de angustia y sensación de ahogo. Todo el cuadro era interpretado como el ataque de un demonio (un súcubo o un íncubo) o de algún otro tipo de ente sobrenatural que se abalanzaba sobre el durmiente, intentando asfixiarle o apoderarse de su alma.   1200px-Hypro_zyklus_1_en_103svgpng
 Las alucinaciones hipnagógicas se dan en los primeros minutos del ciclo, entre la vigilia (W) y el sueño no-REM más superficial (N1).

Características de las alucinaciones hipnagógicas

Las alucinaciones hipnagógicas son variadas y pueden darse prácticamente en cualquier modalidad sensorial. Un obstáculo para acceder a las mismas es que a menudo, a la mañana siguiente, quedan en el olvido. En lo que respecta a la imaginería hipnagógica, típicamente se describen destellos, sombras, patrones geométricos. Es habitual que estos patrones puedan rememorar alguna actividad que haya realizado quien las sufre durante el día, a esto se le ha llamado "efecto tetris" (como el juego de apilar ladrillos). Algunas personas pueden ver siluetas o caras escasamente definidas, cuyas facciones no se reconocen. Otros describen incluso paisajes o escenas elaboradas. Típicamente las imágenes hipnagógicas se dan como una percepción externa al sujeto, que no se ve inmerso en la escena, lo que sí ocurre en los sueños. Además, mientras que en los sueños todos los elementos son producto de la mente, las alucinaciones hipnagógicas se superponen a percepciones reales (por ejemplo, el mobiliario del dormitorio).

Las alucinaciones hipnagógicas también pueden ser auditivas. En este caso, parece que la experiencia más habitual es, estando acostado, escuchar como a uno le llaman por su nombre. Otras veces, sin embargo, las alucinaciones pueden ser más elaboradas y es posible que se combinen con las imágenes hipnagógicas, de forma que las siluetas que se perciben "hablen". La escucha de música o melodías durante el estado hipnagógico también es posible.

Por último, las alucinaciones hipnagógicas se dan frecuentemente en la modalidad háptica (táctil) o cinética. Como contaba la señora con la que abríamos esta entrada, no es excepcional notar como "alguien" nos toca, acaricia o agarra, estando ya en la cama. Por otro lado, la sensación de caída, muchas veces sin fondo, como a un abismo, es una de las alteraciones perceptivas más frecuentes en la transición hacia el sueño. Diría que casi todos lo hemos experimentado alguna vez. Esto es también una alucinación hipnagógica (en este caso cinética).

¿Son las alucinaciones hipnagógicas patológicas?

La respuesta corta es no. Ni son síntomas psicóticos ni tienen nada que ver con las alucinaciones de la esquizofrenia u otras psicosis. Una gran parte de la población las ha experimentado alguna vez (algunos autores hablan de hasta un 70%), si bien lo habitual es que su frecuencia de aparición vaya disminuyendo con la edad. Esto pasa también con otros fenómenos perceptivos en los que nuestra mente juega a engañarnos: los déjà-vu, o las paraeidolias son muy comunes en los niños pero más raras en los adultos. Ya hemos mencionado previamente algunas de las alucinaciones hipnagógicas más frecuentes. Quizá la sensación de "caída al abismo", y el ver o sentir algún tipo de "presencia" en la habitación son las que más se repiten cuando la gente relata sus experiencias. En cualquier caso, es difícil saberlo pues son vivencias muy íntimas y no es raro que la gente sea reservada respecto a ellas. 

Se ha visto que las alucinaciones hipnagógicas pueden incrementarse en personas que están pasando por un período de estrés, o que están sometidas a mayor ansiedad. Los trastornos del sueño y en particular el insomnio también parecen asociarse con una mayor presencia de fenómenos hipnagógicos. Incluso el realizar determinadas actividades en el momento de acostarse, como por ejemplo la lectura, podría aumentar el riesgo de padecer estas alucinaciones. Aquellos que buscaban la hipnagogia como inspiración desarrollaban métodos para provocar estos estados (por ejemplo la cuchara con la que se dormía Dalí o una bola de metal en el caso de Edison). El único caso en el que las alucinaciones hipnagógicas podrían ser una señal de alarma es cuando se acompañan de intensa somnolencia diurna, episodios de cataplejía (pérdida de tono muscular) y, en ocasiones, la ya mencionada parálisis del sueño. A este conjunto se le denomina "tétrada narcoléptica", pues son los síntomas más característicos de esta enfermedad. Sin embargo, la narcolepsia es una enfermedad bastante infrecuente por lo que las alucinaciones hipnagógicas, aisladas, no son indicativo de nada.

En el caso que exponía al principio, la paciente se marchó a su casa sin ningún tratamiento. El simple hecho de normalizar tanto estas experiencias, como la interpretación que hacía la paciente de las mismas (igual de válida que otra explicación más "científica", cada una en su contexto personal y cultural) fue suficiente para que tanto ella como su hija se fueran tranquilas.